1 Ahora bien, recibid al débil en la fe, pero no para juzgar sus opiniones. 2 Porque uno cree que puede comer de todo, pero el que es débil, sólo come legumbres. 3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. Col 2:16; 4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Stg 4:12; 5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. Gá 4:10; Col 2:16; 6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; el que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. 1Co 10:31; 1Ti 4:3; 7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 2Co 5:15; Gá 2:20; 1Ts 5:10; 1P 4:2; 8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 9 Porque Cristo para esto murió y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. 10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Dios. Mat 25:31; 2Co 5:10; 11 Porque escrito está: "Vivo Yo, dice el Señor, que ante Mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará públicamente a Dios". Is 45:23; Fil 2:10; 12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Sal 62:12; Jer 17:10; Jer 32:19; Mat 16:27; Rm 2:6; 1Co 3:8; 2Co 5:10; Gá 6:5; Ap 2:23; Ap 22:12; 13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien que vuestro juicio sea esto: no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. 1Co 10:32; 2Co 6:3; 14 Yo sé, y estoy persuadido en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Mat 15:11; Hch 10:15; 1Co 8:4; 1Ti 4:4; 15 Pero si por causa de la comida hieres a tu hermano, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se destruya aquel por quien Cristo murió. 1Co 8:11; 16 No sea, pues, vituperado vuestro bien; 17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 1Co 8:8; 18 Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. 19 Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre coma haciendo tropezar a otros. Tit 1:15; 21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece. 1Co 8:13; 22 La fe que tú tienes, tenia para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. 23 Pero el que duda, si come, es condenado, porque no lo hace por fe; pues todo lo que no proviene de fe, es pecado. Tit 1:15
viernes, 24 de agosto de 2012
RECIBID AL DÉBIL EN LA FE
1 Ahora bien, recibid al débil en la fe, pero no para juzgar sus opiniones. 2 Porque uno cree que puede comer de todo, pero el que es débil, sólo come legumbres. 3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. Col 2:16; 4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Stg 4:12; 5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. Gá 4:10; Col 2:16; 6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; el que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. 1Co 10:31; 1Ti 4:3; 7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 2Co 5:15; Gá 2:20; 1Ts 5:10; 1P 4:2; 8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 9 Porque Cristo para esto murió y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. 10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Dios. Mat 25:31; 2Co 5:10; 11 Porque escrito está: "Vivo Yo, dice el Señor, que ante Mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará públicamente a Dios". Is 45:23; Fil 2:10; 12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Sal 62:12; Jer 17:10; Jer 32:19; Mat 16:27; Rm 2:6; 1Co 3:8; 2Co 5:10; Gá 6:5; Ap 2:23; Ap 22:12; 13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien que vuestro juicio sea esto: no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. 1Co 10:32; 2Co 6:3; 14 Yo sé, y estoy persuadido en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Mat 15:11; Hch 10:15; 1Co 8:4; 1Ti 4:4; 15 Pero si por causa de la comida hieres a tu hermano, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se destruya aquel por quien Cristo murió. 1Co 8:11; 16 No sea, pues, vituperado vuestro bien; 17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 1Co 8:8; 18 Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. 19 Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre coma haciendo tropezar a otros. Tit 1:15; 21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece. 1Co 8:13; 22 La fe que tú tienes, tenia para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. 23 Pero el que duda, si come, es condenado, porque no lo hace por fe; pues todo lo que no proviene de fe, es pecado. Tit 1:15
lunes, 13 de agosto de 2012
TE RECOMENDAMOS LA LECTURA DE UN LIBRO 3
JESÚS APROXIMACIÓN HISTÓRICA
José Antonio Pagola (Añorga, Guipúzcoa, 1937) es un sacerdote español licenciado en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma (1962), Licenciado en Sagrada Escritura por Instituto Bíblico de Roma (1965), Diplomado en Ciencias Bíblicas por la Escuela Bíblica de Jerusalén (1966). Es conocido por haber sido el vicario general del obispo de San Sebastián José María Setién. Su último libro ha sido criticado fuertemente y finalmente ha sido retirado por una de las editoriales PPC, a pesar de contar con el nihil obstat e imprimatur episcopal de monseñor Uriarte obispo de San Sebastián
El lenguaje de Jesús es inconfundible. No
hay en sus palabras nada artificial o forzado;
todo es claro y sencillo. No necesita recurrir a
ideas abstractas o frases complicadas; comunica
lo que vive. Su palabra se transfigura al
hablar de Dios a aquellas gentes del campo.
Necesita enseñarles a mirar la vida de otra
manera: «Dios es bueno; su bondad lo llena
todo; su misericordia está ya irrumpiendo en
la vida». Es toda Galilea la que se refleja en
su lenguaje, con sus trabajos y sus fiestas, su
cielo y sus estaciones, con sus rebaños y sus
viñas, con sus siembras y sus siegas, con su
hermoso lago y con la población de sus pescadores
y campesinos. A veces les hace mirar
de manera nueva el mundo que tienen ante
sus ojos; otras les enseña a ahondar en su
propia experiencia. En el fondo de la vida
pueden encontrar a Dios.
Mirad los cuervos; no siembran ni cosechan,
no tienen despensa ni granero,
¡y Dios los alimenta! ¡Cuánto más
valéis vosotros que los pájaros! Mirad
los lirios, cómo crecen: no trabajan ni
hilan. Pero yo os digo que ni Salomón
en toda su gloria se vistió como uno de
ellos. Si a la hierba del campo, que
hoy existe y mañana es arrojada al
fuego, Dios la viste así, ¡cuánto más a
vosotros, hombres y mujeres de poca
fe!
Tal
vez, con la imagen de los cuervos se dirige a los varones, que saben
lo que es sembrar, cosechar y construir graneros; con la imagen
de los lirios habla a las mujeres, que entienden de tejer, hilar y
confeccionar vestidos.
Si Dios cuida de unas aves tan poco atractivas
como los cuervos, y adorna con tanto
primor unas flores tan poco apreciadas como
los lirios, ¿cómo no va a cuidar de sus hijos e
hijas?
Se fija luego en los gorriones, los pájaros
más pequeños de Galilea, y vuelve a pensar
en Dios. Los están vendiendo en el mercado
de alguna aldea, pero Dios no los olvida:
«¿No se venden dos gorriones por un as?
Pues ni uno cae en tierra sin el consentimiento
de vuestro Padre. ¡Hasta los cabellos de vuestra
cabeza están todos contados! No tengáis
miedo. Vosotros valéis más que una bandada
de pajarillos». Jesús capta la ternura de Dios
hasta en lo más frágil: los pajarillos más pequeños
del campo o los cabellos de las personas.
Estas imágenes son
vivas y concretas para expresar la ternura y el cuidado de Dios
por los humanos provienen de Jesús.
¡Dios es bueno! A Jesús no le hacen falta
muchos argumentos para intuirlo. ¿Cómo no
va a ser mejor que nosotros? En alguna ocasión,
hablando con un grupo de padres y
madres, les pide que recuerden su propia experiencia:
«¿Hay acaso alguno entre vosotros
que, cuando su hijo le pide pan, le dé una
piedra, o si le pide un pez le dé una culebra?
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas
buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre que está en los cielos dará cosas
buenas a los que se las pidan?»3.
Este lenguaje poético que Jesús emplea para
hablar de Dios no les era del todo desconocido
a aquellos campesinos.
También Oseas,
Isaías, Jeremías y otros profetas habían
hablado así: en la poesía encontraban la
fuerza más vigorosa para sacudir las conciencias
y despertar los corazones hacia el misterio
del Dios vivo.
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