martes, 1 de enero de 2013

VOLVERNOS A JESUS


Volver a Jesús
Esto es lo primero y más decisivo: poner a
Jesús en el centro del cristianismo. Todo lo
demás viene después. ¿Qué puede haber
más urgente y necesario para los cristianos
que despertar entre nosotros la pasión por la
fidelidad a Jesús? Él es lo mejor que tenemos
en la Iglesia. Lo mejor que podemos ofrecer y
comunicar al mundo de hoy.
Es esencial para los cristianos confesar a Jesucristo
como «Hijo de Dios», «Salvador del
mundo» o «Redentor de la humanidad», pero
sin reducir su persona a una «sublime abstracción
». No quiero creer en un Cristo sin
carne. Se me hace difícil alimentar mi fe solo
de doctrina. No creo que los cristianos po
damos vivir hoy motivados solo por un conjunto
de verdades acerca de Cristo. Necesitamos
el contacto vivo con su persona: conocer
mejor a Jesús y sintonizar vitalmente con
él. No encuentro un modo más eficaz de
ahondar y enriquecer mi fe en Jesucristo, Hijo
de Dios, hecho humano por nuestra salvación.
Todos tenemos cierto riesgo de convertir a
Cristo en «objeto de culto» exclusivamente:
una especie de icono venerable, con rostro
sin duda atractivo y majestuoso, pero del que
han quedado borrados, en un grado u otro,
los trazos de aquel Profeta de fuego que recorrió
Galilea por los años treinta. ¿No necesitamos
hoy los cristianos conocerlo de manera
más viva y concreta, comprender mejor su
proyecto, captar bien su intuición de fondo y
contagiarnos de su pasión por Dios y por el
ser humano?
Los cristianos tenemos imágenes muy diferentes
de Jesús. No todas coinciden con la
que tenían de su Maestro querido los primeros
hombres y mujeres que lo conocieron de
cerca y le siguieron. Cada uno nos hemos
hecho una idea de Jesús; tenemos nuestra
propia imagen de él. Esta imagen, interiorizada
a lo largo de los años, actúa como «mediación
» de la presencia de Cristo en nuestra
vida. Desde esa imagen leemos el evangelio
o escuchamos lo que nos predican; desde esa
imagen alimentamos la fe, celebramos los sacramentos
y configuramos nuestra vida cristiana.
Si nuestra imagen de Jesús es pobre y
parcial, nuestra fe será pobre y parcial; si está
distorsionada, viviremos la experiencia cristiana
de forma distorsionada. Entre nosotros hay
cristianos buenos, que creen en Jesús y lo
aman sinceramente, ¿no necesitan muchos de
ellos «cambiar» y purificar su imagen de Je
sús, para descubrir con gozo la grandeza de
esa fe que llevan en su corazón?
JOSE ANTONIO PAGOLA







No hay comentarios:

Publicar un comentario