sábado, 6 de octubre de 2012

NADA TE TURBE






Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa.
Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza:
Quien a Dios Tiene, nada le falta: Solo Dios basta.

Eleva el pensamiento, al cielo sube, por nada te acongojes, nada te turbe.
A Jesucristo sigue con pecho grande, y venga lo que venga, nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo, es gloria vana; nada tiene de estable, todo se pasa.
Aspira a lo celeste, que siempre dura; fiel de promesas, Dios no se muda.

Amala cual merece bondad inmensa; pero no hay amor fino sin la paciencia.
Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera todo lo alcanza.
Del infierno acosado aunque se viere, Burlará sus furores quien a Dios tiene.

Venga desamparos,cruces, desgracias: siendo Dios su tesoro, Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo; id, dichas vanas; aunque todo lo pierda, Solo Dios basta.








Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida por el nombre de Santa Teresa de Jesús o simplemente Teresa de Ávila ( Ávila,28 de marzo de 1515 – Alba de Tormes4 de octubre de 1582), fue una religiosa, doctora de la Iglesia Católicamística y escritoraespañola, fundadora de las carmelitas descalzas, rama de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (o carmelitas).

viernes, 24 de agosto de 2012

RECIBID AL DÉBIL EN LA FE















 1 Ahora bien, recibid al débil en la fe, pero no para juzgar sus opiniones. 2 Porque uno cree que puede comer de todo, pero el que es débil, sólo come legumbres. 3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. Col 2:16; 4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Stg 4:12; 5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. Gá 4:10; Col 2:16; 6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; el que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. 1Co 10:31; 1Ti 4:3; 7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 2Co 5:15; Gá 2:20; 1Ts 5:10; 1P 4:2; 8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 9 Porque Cristo para esto murió y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. 10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Dios. Mat 25:31; 2Co 5:10; 11 Porque escrito está: "Vivo Yo, dice el Señor, que ante Mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará públicamente a Dios". Is 45:23; Fil 2:10; 12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Sal 62:12; Jer 17:10; Jer 32:19; Mat 16:27; Rm 2:6; 1Co 3:8; 2Co 5:10; Gá 6:5; Ap 2:23; Ap 22:12; 13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien que vuestro juicio sea esto: no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. 1Co 10:32; 2Co 6:3; 14 Yo sé, y estoy persuadido en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Mat 15:11; Hch 10:15; 1Co 8:4; 1Ti 4:4; 15 Pero si por causa de la comida hieres a tu hermano, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se destruya aquel por quien Cristo murió. 1Co 8:11; 16 No sea, pues, vituperado vuestro bien; 17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 1Co 8:8; 18 Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. 19 Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre coma haciendo tropezar a otros. Tit 1:15; 21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece. 1Co 8:13; 22 La fe que tú tienes, tenia para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. 23 Pero el que duda, si come, es condenado, porque no lo hace por fe; pues todo lo que no proviene de fe, es pecado. Tit 1:15

lunes, 13 de agosto de 2012

TE RECOMENDAMOS LA LECTURA DE UN LIBRO 3


JESÚS APROXIMACIÓN HISTÓRICA



José Antonio Pagola (AñorgaGuipúzcoa1937) es un sacerdote español licenciado en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma (1962), Licenciado en Sagrada Escritura por Instituto Bíblico de Roma (1965), Diplomado en Ciencias Bíblicas por la Escuela Bíblica de Jerusalén (1966). Es conocido por haber sido el vicario general del obispo de San Sebastián José María Setién. Su último libro ha sido criticado fuertemente y finalmente ha sido retirado por una de las editoriales PPC, a pesar de contar con el nihil obstat e imprimatur episcopal de monseñor Uriarte obispo de San Sebastián

 "Es difícil acercarse a él y no quedar atraído por su persona. Jesús aporta un horizonte diferente a la vida, una dimensión más profunda,una verdad más esencial. Su vida es una llamada a vivir la existencia desde su raíz última,que es un Dios que solo quiere para sus hijos e hijas una vida más digna y dichosa. El contacto con él invita a desprenderse de posturas rutinarias y postizas; libera de engaños,miedos y egoísmos que paralizan nuestras vidas;introduce en nosotros algo tan decisivo como es la alegría de vivir, la compasión por los últimos o el trabajo incansable por un mundo más justo. Jesús enseña a vivir con sencillez y dignidad, con sentido y esperanza.Todavía más. Jesús lleva a creer en Dios como ha creído él, sin hacer de su misterio un ídolo ni una amenaza, sino una presencia amistosa y cercana, fuente inagotable de vida y compasión por todos.




El lenguaje de Jesús es inconfundible. No 
hay en sus palabras nada artificial o forzado;

todo es claro y sencillo. No necesita recurrir a 
ideas abstractas o frases complicadas; comunica

lo que vive. Su palabra se transfigura al 
hablar de Dios a aquellas gentes del campo.

Necesita enseñarles a mirar la vida de otra 
manera: «Dios es bueno; su bondad lo llena

todo; su misericordia está ya irrumpiendo en 
la vida». Es toda Galilea la que se refleja en

su lenguaje, con sus trabajos y sus fiestas, su 
cielo y sus estaciones, con sus rebaños y sus

viñas, con sus siembras y sus siegas, con su 
hermoso lago y con la población de sus pescadores

y campesinos. A veces les hace mirar 
de manera nueva el mundo que tienen ante

sus ojos; otras les enseña a ahondar en su 
propia experiencia. En el fondo de la vida


pueden encontrar a Dios.
Mirad los cuervos; no siembran ni cosechan,

no tienen despensa ni granero,
¡y Dios los alimenta! ¡Cuánto más

valéis vosotros que los pájaros! Mirad
los lirios, cómo crecen: no trabajan ni

hilan. Pero yo os digo que ni Salomón 
en toda su gloria se vistió como uno de

ellos. Si a la hierba del campo, que 
hoy existe y mañana es arrojada al

fuego, Dios la viste así, ¡cuánto más a 
vosotros, hombres y mujeres de poca

fe!

Tal 
vez, con la imagen de los cuervos se dirige a los varones, que saben

lo que es sembrar, cosechar y construir graneros; con la imagen
de los lirios habla a las mujeres, que entienden de tejer, hilar y
confeccionar vestidos.

Si Dios cuida de unas aves tan poco atractivas 
como los cuervos, y adorna con tanto

primor unas flores tan poco apreciadas como 
los lirios, ¿cómo no va a cuidar de sus hijos e

hijas?
Se fija luego en los gorriones, los pájaros 
más pequeños de Galilea, y vuelve a pensar

en Dios. Los están vendiendo en el mercado 
de alguna aldea, pero Dios no los olvida:

«¿No se venden dos gorriones por un as?
Pues ni uno cae en tierra sin el consentimiento

de vuestro Padre. ¡Hasta los cabellos de vuestra 
cabeza están todos contados! No tengáis

miedo. Vosotros valéis más que una bandada 
de pajarillos». Jesús capta la ternura de Dios

hasta en lo más frágil: los pajarillos más pequeños
 del campo o los cabellos de las personas.

Estas imágenes son
 vivas y concretas para expresar la ternura y el cuidado de Dios

por los humanos provienen de Jesús.

¡Dios es bueno! A Jesús no le hacen falta 
muchos argumentos para intuirlo. ¿Cómo no

va a ser mejor que nosotros? En alguna ocasión,
hablando con un grupo de padres y

madres, les pide que recuerden su propia experiencia:
«¿Hay acaso alguno entre vosotros 
que, cuando su hijo le pide pan, le dé una

piedra, o si le pide un pez le dé una culebra?
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas

buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más 
vuestro Padre que está en los cielos dará cosas

buenas a los que se las pidan?»3.
Este lenguaje poético que Jesús emplea para

hablar de Dios no les era del todo desconocido
a aquellos campesinos.

También Oseas, 
Isaías, Jeremías y otros profetas habían

hablado así: en la poesía encontraban la 
fuerza más vigorosa para sacudir las conciencias

y despertar los corazones hacia el misterio 
del Dios vivo.

lunes, 16 de enero de 2012

LA PRACTICA DE LA PRESENCIA DE DIOS (HERMANO LORENZO)










PREFACIO


Hace más de 300 años, en un monasterio de Francia, un hombre descubrió el secreto
para vivir una vida de gozo. A la edad de dieciocho años, Nicolás Herman vislumbró el
poder y la providencia de Dios por medio de una simple lección que recibió de la
naturaleza. Pasó los siguientes dieciocho años en el ejército y en el servicio público.
Finalmente, experimentando la “turbación de espíritu” que con frecuencia se produce
en la mediana edad, entró en un monasterio, donde llegó a ser el cocinero y el
fabricante de sandalias para su comunidad. Pero lo más importante, comenzó allí un
viaje de 30 años que le llevó a descubrir una manera simple de vivir gozosamente. En
tiempos tan difíciles como los actuales, Nicolás Herman, conocido como el Hermano
Lorenzo, descubrió y puso en práctica una manera pura y simple de andar
continuamente en la presencia de Dios. El Hermano Lorenzo era un hombre gentil y
de un espíritu alegre, rehuía ser el centro de la atención, sabiendo que los
entretenimientos externos “estropean todo”. Recién después de su muerte fueron
recopiladas unas pocas de sus cartas. Fray José de Beaufort, representante del
arzobispado local, ajuntó estas cartas con los recuerdos que tenía de cuatro
conversaciones que sostuvo con el Hermano Lorenzo, y publicó un pequeño libro
titulado La Práctica de la Presencia de Dios. En este libro, el Hermano Lorenzo explica,
simple y bellamente, cómo caminar continuamente con Dios, con una actitud que no
nace de la cabeza sino del corazón. El Hermano Lorenzo nos legó una manera de vivir
que está a disposición de todos los que buscan conocer la paz y la presencia de Dios,
de modo que cualquiera, independientemente de su edad o las circunstancias por las
que atraviesa, pueda practicarla en cualquier lugar y en cualquier momento. Una de
las cosas hermosas con respecto a La Práctica de la Presencia de Dios es que se
trata de un método completo. En cuatro conversaciones y quince cartas, muchas de
las cuales fueron escritas a una monja amiga del Hermano Lorenzo, encontramos una
manera directa de vivir en la presencia de Dios, que hoy, trescientos años después sigue siendo práctica.


















1ª Conversación

Vi al Hermano Lorenzo por primera vez el 3 de Agosto de 1666. Me dijo que Dios le
había hecho un favor singular cuando se convirtió a la edad de dieciocho años. Durante
el invierno, viendo un árbol despojado de su follaje, y considerando que dentro de poco
tiempo volverían a brotar sus hojas, y después aparecerían las flores y los frutos, el
Hermano Lorenzo recibió una visión de la Providencia y el Poder de Dios que nunca se
borró de su alma. Esta visión lo liberó totalmente del mundo, y encendió en él un gran
amor a Dios. Tan grande fue ese amor, que no podía afirmar que hubiera aumentado
en los cuarenta años transcurridos desde entonces. El Hermano Lorenzo dijo que había
servido a M. Fieubert, el tesorero, pero con tanta torpeza que rompía todo. Deseaba
ser recibido en un monasterio pensando que allí podría cambiar su torpeza y las faltas
que había cometido por una vida más despierta. Allí ofrecería la vida y sus placeres
como un sacrificio a Dios, pero Dios le había desilusionado, porque lo único que había
encontrado en ese estado era satisfacción. Deberíamos afirmar nuestra vida en la
realidad de la Presencia de Dios, conversando continuamente con Él. Sería algo
vergonzoso dejar de conversar con Él para pensar en insignificancias y tonterías.
Deberíamos alimentar y nutrir nuestra alma, llenándola con pensamientos enaltecidos
acerca de Dios, y eso nos colmará del gran gozo de estar dedicados a Él. Debemos
acrecentar y dar vida a nuestra fe. Es lamentable que tengamos tan poca fe. En lugar
de permitir que la fe gobierne su conducta, los hombres se entretienen con devociones
triviales, que van cambiando diariamente. El Hermano Lorenzo decía que el camino de
la fe es el espíritu de la iglesia, y que es suficiente para llevarnos a un alto grado de
perfección. Y que deberíamos entregarnos a Dios tanto en las cosas temporales como
en las espirituales, y buscar nuestra satisfacción solamente en el cumplimiento de su
voluntad, ya sea que Él nos conduzca a través del sufrimiento o lo haga a través de la
consolación. Todo debería ser igual para un alma verdaderamente entregada a Él.
Decía que necesitamos fidelidad en la oración en momentos de sequedad espiritual, de
insensibilidad y de tedio, cosas éstas por medio de las cuales Dios prueba nuestro
amor a Él; esos momentos son propicios para que hagamos buenos y eficaces actos de
entrega, actos que uno debería repetir frecuentemente para facilitar nuestro progreso
espiritual. Decía que aunque diariamente oía acerca de las miserias y los pecados que
hay en el mundo, él estaba muy lejos de sorprenderse de ellos; que, por el contrario,
estaba sorprendido de que no hubiera más maldad, considerando las iniquidades de
que eran capaces los pecadores. Él, por su parte, oraba por ellos. Pero sabiendo que
Dios podía remediar el daño que ellos hacían cuando a Él le pluguiera, él no se dejaba
vencer por preocupaciones como éstas. El Hermano Lorenzo decía que para llegar a la
entrega que Dios requiere de uno, debemos vigilar atentamente todas las pasiones que
se mezclan tanto con las cosas espirituales como con aquellas que son de una
naturaleza más burda. Si verdaderamente deseamos servir a Dios, Él nos dará luz con
respecto a esas pasiones. Al final de esta primera conversación, el Hermano Lorenzo
me dijo que si el propósito de mi visita era discutir sinceramente sobre cómo servir a
Dios, podría ir a verle tantas veces como quisiera, sin temor de ser molesto. Pero si no
era así, entonces no debía visitarlo más.

Para leer el libro completo copia este enlace:
www.vinyacastelldefels.com/Descargas/PracticaPresencia.pdf